
“Si sos rubio, en la Argentina te dicen el ‘Polaco’, el ‘Ruso’ o, en todo caso, el ‘Alemán’”, ilustra en una entrevista con Clarín el relator Eduardo Caími. A él, rubio, nacido en Necochea, le cayó Polaco, aunque sus ancestros europeos sean daneses, por su madre. También le pusieron Polaco a su hermano Claudio, volante en Excursionistas, además de Maccabi Herzelya y Maccabi Kfar Kana, de Israel.
Y en eso de «casi» polacos por sus apariencias vale anotar algunos nombres y apellidos ligados al fútbol, como Cristian Menéndez (Lanús, Quilmes, Independiente, Atlético Tucumán), Alejandro Semenewicz (Deportivo Morón e Independiente), Adrián Bastía (Racing, Estudiantes, Colón, Atlético Rafaela), Claudio Arzeno (Independiente, Chacarita, Racing de Santander, Deportivo Las Palmas) y Leandro Lugarzo (Los Andes, Arsenal, Dock Sud); sólo un puñado, hay muchos más.
Polaco asimilado en la Argentina fue Witold Gombrowicz: notable ensayista, dramaturgo, poeta y periodista. Vino a comienzos de la Segunda Guerra y se quedó hasta mitad de los ’60, y ejerció notable influencia sobre la intelectualidad joven de la época. Estuvo a pasos, nomás, de recibir el Premio Nobel de Literatura: lo nominaron cuatro veces.
Polaco le dicen al cantante tropical Ezequiel Iván Cwirkaluk, nacido en Villa Caraza.
Polacas eran las muchachas traídas bajo engaño para prostituirlas aquí por la organización mafiosa Swi Migdal, desde comienzos del siglo pasado hasta principios de los años ’30. Ahí puso el foco, justamente, la Sociedad Polonesa de Dock Sud, que acaba de cumplir 96 años de existencia. Fue fundada, recuerdan sus actuales dirigentes, “para combatir la trata de blancas”; también para ayudar a sus compatriotas inmigrantes a conseguir trabajo y aprender el idioma del país.
“Con altas y bajas, con épocas mejores o más difíciles, seguimos de pie, por amor a nuestras raíces, y en honor a nuestros antepasados que fundaron un pedacito de Polonia, su tierra patria, en Dock Sud”, dice con legítimo orgullo Eleonora Skóra.
Las cifras que se manejan con respecto a los polacos y descendientes que habitan en la Argentina fluctúan entre 300 mil y medio millón.
Depende a qué le llamemos polaco/polaca, por supuesto. Por eso, quizá, no hizo distingos aquel morocho cordobés que previo al Mundial 1978 le gritó a Jan Tomaszewski: “Che, arquero, ¿lo conocés al Polaco Goyeneche?”.