
Desde Doha
En la pileta del baño la canilla del agua caliente es la de la derecha, y en la canilla de la ducha la caliente es la de la izquierda. Cést Catar, explica Poppy, la anfitriona inglesa del bulín del Puerto Madero catarí donde viviremos hasta el final del Mundial. C´est Catar, vuelve a decir cuando el bondi que nos debe llevar hasta la estación de metro más cercana tarda mucho más que los 12 minutos de frecuencia que anuncia el cartel.
El micro es gratarola y recorre toda la zona. Seis minutos hasta la estación Legtaifiya, desde donde podremos empezar a combinar. En Rusia hace cuatro años esa estación era Skhodnya y la extrañamos, pero más extrañamos a Roberto, el Negro y Vito, nuestros compañeros de aventuras periodísticas que esta vez se quedaron en Buenos Aires.
El subte es nuevo, modernoso, anda por control remoto, como los carritos que llevan la pelota en los partidos. Van semivacíos, pero ya veremos cuando empiece a rodar la pelotita. Son tres líneas, verde, roja y amarilla y entre las tres, combinadas, o no, te acercan a todos los estadios. Combinamos con la verde para ir a buscar la acreditación. Vimos al bajar de la estación tres muchachos limpiando una puerta de dos metros por de alto, y vimos un cartel que apelaba al botoneo si se veía a alguien en actitud sospechosa o quebrando la ley al trepar el molinete.
Para llegar hasta el Centro de Convenciones debimos caminar unas 20 cuadritas con 32 grados, je. En el lugar nos cruzamos con Ezequiel Fernández Moores, que perdió la valija en Adis Abeba, pero no el humor con otros colegas. El trámite propiamente dicho fue cortísimo. Ya habíamos perdido horas con toda la burocracia on line. En el centro de prensa nos encontramos con Hristo Stoichkov, el crack búlgaro que jugó en el Barcelona y nos abrochó en el Mundial de 1994.
Cholulamente le pedimos una foto y periodísticamente una respuesta. Foto sí, preguntas no, dice. Hacemos foto, le deseamos suerte en sus comentarios para la televisión mexicana y tenemos recompensa: “Suerte voy a tener si Mexico queda eliminado rápido y tengo más vacaciones”- dice el tipo. Eso es mejor que si hubiera dicho “Argentina es simpre candidata” o giladas parecidas.
Para ir a una recepción en la embajada argentina tomamos un taxi con un colega de Los Andes de Mendoza. El tachero es de Bangladesh, contó que trabajaba 14 horas por día, que ganaba unos cuatro mil dólares por mes, preguntó de dónde éramos y pasó esto:
-Argentina.
-Ohhh, Maradona, Maradona.
-Maradona died.
-Puso tal cara de asombro y pareceió verdaderamente apenado, que casi tenemos que consolarlo.
-Ohhh.
-Yes, two years ago.
La anécdota nos recordó algo de lo que se habla mucho en estos días: este es el primer Mundial sin Diego.