
El croata Luka Modric, estrella del Real Madrid y capitán de la selección croata, irá a Catar para participar de su cuarta Copa del Mundo. Es el futbolista con mayor número de presencias en el equipo nacional de su país, con 135 partidos disputados. Arrancó ese extenso listado hace 16 años, desde que debutó en un amistoso contra la Argentina, tres meses antes del Mundial de Alemania 2006.
Es volante polifuncional ya que suele desempeñarse como tapón, recuperador e incluso en condición de mediapunta, o de extremo. Sin que se le mueva un pelo, acepta el mote con que lo ha bautizado la crítica: “El Cruyff de los Balcanes”. Todo lo contrario a la furiosa reacción del rumano Gheorghe Hagi, mosqueado en su momento cuando insistieron en llamarle “El Maradona de los Cárpatos”. “Soy Hagi”, dijo, y la cortó ahí.
Camino a cumplir 37 años, Modric es hoy uno de los jugadores mejor remunerados de la Liga Española: algo así como 15 millones de euros por temporada.
Nació en un lugar paradisíaco llamado Zadar, en la costa dálmata, un sitio que por su proximidad territorial fue por mucho tiempo posesión italiana. Ahí en Zadar quedó el sabor amargo de saber que uno de sus abuelos fue fusilado durante la cruenta guerra que sobrevino tras la disolución de la federación yugoslava, en la década de los ’90.
Desde entonces, recorrió un largo camino, nada fácil; una carrera muy inestable en su juventud, cuando deambuló por clubes de su país y de la vecina Bosnia-Herzegovina. Hasta que pasó al Tottenham de Inglaterra. Tras cuatro temporadas, en 2012, lo transfirieron a Real Madrid a cambio de 30 millones de euros.
Con los blancos de la capital española ganó cuatro Champions League, cuatro títulos mundiales de clubes, tres Supercopas de Europa y dos campeonatos de Liga. En el orden individual, entre otras distinciones, recibió el Balón de Oro 2018. Y con Croacia fue subcampeón del mundo en Rusia 2018, donde le otorgaron la condición de mejor jugador del campeonato. Lo veremos en Catar.