
José Luis Brown fue campeón mundial en el ’86 y contribuyó a ese logro con un gol en la final contra los alemanes. Tuvo además una actuación heroica, porque se había lesionado el hombro en un choque con Hoeness y siguió en la cancha. Le hizo un agujero a la camiseta y metió adentro un dedo para contener el brazo, evitando que le quedara suelto. Cuando el doctor Raúl Madero al comprobar la lesión le dijo que debía dejar la cancha, le respondió: “Ni muerto me sacan de acá”.
El «Tata» Brown en los planes no era titular. La dupla central iba a ser Ruggeri-Passarella, pero la intoxicación que sufrió Passarella le abrió la puerta para que jugara, pese a que no estaba totalmente recuperado de una lesión en la rodilla. Se fue afirmando con el correr de los partidos y en la final, a los 23 minutos, metió un cabezazo aprovechando la mala salida de Schumacher y abrió el marcador. Siempre dijo que se había apoyado en Maradona, que estaba delante suyo para saltar más. Fue el gol más importante de su carrera.
Brown, que no tenía ninguna relación de parentesco con los míticos hermanos Brown de Alumni, nació el 11 de noviembre de 1956 en Ranchos, una ciudad a 120 km de la Capital Federal, en la que también nació la conductora radial Elizabeth Vernaci. Empezó en Estudiantes de la Plata en 1975, y pasó por Atlético Nacional de Medellín, Boca, Deportivo Español, Brest de Francia, Murcia de España, Racing de Avellaneda y Racing de Estraburgo. En Francia cerró su carrera en 1990.
Como DT estuvo en varios clubes y fue ayudante de campo de Sergio Batista, en el equipo que ganó la medalla de oro en Pekín 2008. Murió el 12 de agosto de 2019, a los 62 años, víctima de Alzheimer. Gloria eterna a José Luis Brown.