Roberto Fernández 24 de febrero de 2022

Bélgica vive tiempos de esplendor con vistas a Catar 2022. Lidera el ranking de la FIFA y aparece como candidata firme para pelear por la Copa. En Rusia quedó ahí nomás de protagonizar una final accesible frente a Croacia; la sacó de carrera aquel cabezazo fulminante de Umtiti en la semifinal disputada en San Petersburgo. Desde hace seis años es dirigida por un catalán con mayor cartel fuera que dentro de su propio país. Se trata de Roberto Martínez, quien en sus épocas de futbolista activo disputó menos de un partido en la Liga: apenas 35 minutos con la camiseta del Zaragoza, en el viejo estadio Vicente Calderón, frente a Atlético de Madrid, en 1993.

Sin chances siquiera de alcanzar la titularidad, al menos a corto plazo, marchó a las islas británicas para procurar hacer pie en los torneos de ascenso. Tampoco llegó lejos, pero forjó una amistad con Jordi Cruyff, hijo del magnífico Johan, a quien admiraba profundamente desde antes de calzarse botines con tapones.

Roberto Martínez fue jugador y técnico a la vez en el Swansea City de Gales. Enseguida vistió con pantalones largos y saco, más allá de la línea de cal. Comenzaba a vivir una historia diferente. Rechazó luego una oferta para ser asistente de la conducción técnica del Manchester United: quería ser Roberto Martínez, con mayúsculas, y no sobrevivir a la sombra de Sir Alex Ferguson. A continuación, entrenó al Everton, donde conoció al gigante Romelu Lukaku.

El catalán extraño en su propia tierra regresó al continente, para dirigir a una selección belga que no hallaba rumbo después de perder en cuartos de final contra la Argentina, en el Mundial de Brasil 2014.

Con movilidad y dinámica a partir del mediocampo, Roberto Martínez, estudioso como pocos, enderezó el rumbo de esa nave compuesta por futbolistas de los más variados orígenes, con raíces africanas, hispanas e italianas, amén de los idiomas comunes de Bélgica -flamenco, alemán y francés-, más un racimo de dialectos. Y una perla: alguien descubrió que en el vestuario, para salvar las diferencias, los diablos rojos que dirige Martínez conversan en inglés.

No hay confusiones sin embargo, el catalán nacido en Lérida en 1973, casado con una escocesa, puso a Bélgica en el tercer puesto en Rusia 2018; la suya fue la Selección más goleadora, ganó seis de los siete encuentros que disputó y solo perdió con Francia. En Catar puede estar su consagración definitiva.

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