Roberto Fernández 20 de febrero de 2022

Sadio Mané es senegalés y su rostro se está haciendo familiar ante los ojos del mundo del fútbol. Imposible no recordarlo besando el trofeo que ayudó a conseguir recientemente en el campeonato africano de naciones. Mohamed Salah representa una especie de contracara: es egipcio y no faltan quienes aseguran que es el mejor jugador del planeta por estos tiempos. Pronto volverán a estar frente a frente, cuando sus selecciones definan cuál de las dos estará en Catar. Como antecedente inmediato cuenta esa final que ganó el equipo de Mané, a expensas, justamente, de Egipto. Fue por penales después de un partido intenso y cerrado en cero. ¿Quién ejecutó el tiro decisivo?: Mané, calificado como el mejor jugador del certamen.

Tan lejos y tan cerca transcurren las vidas de Mané y Salah: los dos son estrellas rutilantes de la Liga Inglesa, los dos visten la camiseta del Liverpool. Mané llegó a la ciudad de los Beatles en junio de 2016, Salah en junio de 2017. Los dos están próximos a cumplir 30 años: el senegalés es 66 días mayor que el egipcio. Las transferencias de los dos costaron lo mismo: algo así como 41 millones de euros. Los dos son delanteros, y goleadores, aunque el egipcio suele caminar más y mejor la cancha. Los dos son venerados en sus respectivos países.

Eso sí, difieren en sus orígenes. Salah viene de una familia de clase media, está casado con una licenciada en comercio. Mané recuerda en público su infancia difícil, y dice: “Yo pasé hambre, trabajé en el campo, jugué descalzo y no fui al colegio. Hoy puedo ayudar a la gente. Antes de los lujos prefiero construir escuelas y dar comida o ropa a la gente pobre”.

Salah ha llegado tan alto en la consideración de sus paisanos que su vida se enseña en los colegios. Lo llaman Creador de Felicidad.

Sadio Mané ingresó al fútbol grande a través del Metz de Francia, en 2011. Después fue fichado por el Red Bull Salzburgo de Austria, y por Southampton de Inglaterra. De allí huyó ofuscado porque decía que sus compañeros evitaban pasarle la pelota. Marchó al Liverpool donde no sólo explotó sino que se ha venido tomando revancha: en nueve partidos le marcó siete goles a Southampton.

Mohamed Salah ya sabe lo que es un Mundial, estuvo en Rusia 2018. Antes de Liverpool pasó por Basilea, Chelsea, Fiorentina y Roma.

Son grosas las historias de Mané y de Salah. Che, que lástima que uno de los dos no pueda ir a Catar.

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