Juan José Panno 11 de febrero de 2022

«A lo Panenka», se dice  cuando alguien ejecuta un penal picando la pelota para que entre suavecita por el medio del arco. Un alarde de técnica y coraje que si sale bien nos conmueve, y más si lo hace un jugador del equipo del que somos hinchas. Claro que si a ese jugador le sale mal el lujo, lo convertiremos inmediatamente en blanco de nuestros insultos en forma de dardos envenenados. Pero ocurre que en general a los Panenka de esta historia mucho no les importa el qué dirán.

Todo esto empezó, o al menos así lo cuenta la leyenda, en la Eurocopa de 1976 disputada en Yugoslavia. El 20 de junio de ese año jugaban la final Checoslovaquia y Alemania Federal. Habían empatado 2-2  en los 90 minutos y el alargue, y debieron definir por penales. El último remate, el decisivo, el que le dio el único título de su historia a los checoslovacos tuvo como protagonistas al bueno de Sepp Maier y a Antonin Panenka. El  ejecutante pateó el penal a su manera y entró definitivamente en la historia del fútbol, mientras Maier, sentado en el piso lamentaba su desgracia.

Unos años más tarde en el Mundial de 1982 Panenka hizo otros dos goles de penal. Uno contra Francia y otro contra Kuwait. Fueron los dos únicos goles de su equipo, que no superó la primera ronda en ese campeonato. En esos dos penales Panenka recurrió a la vieja fórmula de fuerte y esquinado, y le salió bien.

Panenka, que fue internacional para su país entre 1973 y 1982 hizo casi toda su carrera deportiva en Austria. Hoy es presidente del club Bohemian Praga. El nació en esta ciudad el 2 de diciembre de 1948.   

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