Roberto Fernández 12 de enero de 2022

En el viaje hacia Catar nos detenemos hoy en la estación Luis Suárez, en dos andenes casi paralelos, porque hay dos Luis Suárez. Uno español, gallego para mayor precisión, nacido en La Coruña hace 85 años. El otro, uruguayo, venido al mundo en un barrio periférico de la ciudad de Salto, próximo a cumplir 35. Los dos jugaron en el Fútbol Club Barcelona y los dos brillaron en los campeonatos mundiales.

El Luis Suárez español lo hizo vestido de jugador en Chile 1962 e Inglaterra 1966, además de dirigir a la Selección de su país en Italia ’90. El Luis Suárez uruguayo va por su cuarta Copa del Mundo: estuvo en Sudáfrica 2010, en Brasil 2014 y en Rusia 2018. Una versión periodística española no confirmada busca unirlos aún más: dice que el Luis uruguayo lleva ese nombre porque su padre admiraba al Luis gallego. Incomprobable, aunque estaría bueno que así fuera.

Al Luis Suárez español lo apodaban El arquitecto, por su enorme capacidad para construir juego en la zona de creación. Su homónimo uruguayo tiene un apelativo que lo pinta de cuerpo entero: El Pistolero. Vehemente, recio, rudo al extremo con los rivales, insaciable en la búsqueda de goles, ha marcado hasta el presente más de 500 tantos, para equipos de clubes y vestido con la celeste. De hecho, es el máximo anotador histórico de la selección: 65 en 126 partidos.

Surgido en Nacional de Montevideo, el Luis Suárez uruguayo marchó pronto a Europa para pasar sucesivamente por Groningen y Ajax, de Países Bajos, y Liverpool de Inglaterra, del que se fue al Barça a cambio de 81 millones de euros, la transferencia más alta de un futbolista oriental. Luego de una salida conflictiva de la entidad catalana, en 2020, fichó para el Atlético de Madrid con la misma eficacia de siempre: 29 goles en 61 partidos.

El Luis Suárez español surgió en el Deportivo La Coruña y pasó por Barcelona, donde fue dirigido por el argentino Helenio Herrera, cultor del catenaccio, un sistema ultradefensivo que servía para sacar veloces y sorpresivos contragolpes. El gallego le vino como anillo al dedo para construir aquel sólido Inter de mediado de los ’60, campeón de la Copa Europea de Clubes predecesora de la actual Champions League, y dos veces ganador de la Copa Intercontinental, ambas a expensas de Independiente de Avellaneda, que sólo pudo marcarle un gol en cinco encuentros, y al que le metió seis.

De esa época proviene el apodo de El arquitecto. Jugó 32 partidos con la Selección Española para la que anotó 13 goles y con la que ganó la Eurocopa en 1964. Estuvo una década en el equipo milanés. Fue Balón de Oro en 1960: el único español hasta el momento en conseguirlo.

Como si algo faltara para completar estas historias paralelas, el Luis Suárez gallego dirigió a España contra Uruguay en la fase de grupos del Mundial ’90, cuando el otro Luis Suárez recién tenía tres años, aunque ya en el banco celeste estaba Oscar Washington Tabárez.

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