Roberto Fernández 9 de enero de 2022

Patada atómica, así con contundencia apodó la prensa mexicana a Roberto Rivelino durante el Mundial del ’70, en el que brilló con luz propia. Nada que envidiarle al resto de las celebridades que se movían a su alrededor. “Vine a ver a Pelé y terminé viendo a Rivelino”, dijo alguna vez el alemán Franz Beckenbauer, que de fútbol sabía un montón, porque él mismo era un montón.

Bigote, o simplemente Riva, fue siempre para los brasileños aquel paulista hijo del tano Nicola, inmigrante en los ’40 y vendedor ambulante. Nicola quería que Roberto fichara para Palmeiras, el club de la colectividad italiana de la ciudad, pero allí lo rebotaron y acabó en Corinthians. Estuvo diez años, jugó luego en Fluminense y terminó dando cátedra en Arabia, entrados ya los ’80.

En el medio pasaron cosas. Roberto Rivelino fue parte vital de aquella Selección magistral que ganó la Copa del Mundo de 1970, en un pie de igualdad con Pelé, Gerson, Tostao, Jairzinho y Clodoaldo, en una formación irrepetible. Eso fue el arranque: el hijo de Don Nicola heredó la camiseta número 10 de Pelé -nada menos- cuando disputó, después, los mundiales de Alemania y Argentina.

Con la verdeamarela jugó 92 partidos y marcó 26 goles. Llegó a ser el tercer jugador con mayor presencia en el equipo nacional de su país, aún por encima del mítico O Rey. La FIFA lo incluyó entre los 100 futbolistas fundamentales del siglo XX.

Para los poco avisados, el mote de Patada atómica supondría obedecer a la rusticidad de sus recursos. Tenía, en efecto, una zurda mágica con la que obtenía furiosos disparos, terror en los tiros libres, pero a eso le agregaba gambetas endemoniadas y electrizantes en espacios reducidos, además de definiciones inesperadas, a veces, por
sus remates de larga distancia.

Rivelino es hoy una postal nostálgica de los ’70, hasta en su aspecto, puente entre los históricos que hicieron grande a Brasil a partir de Suecia 1958, y las generaciones posteriores que todavía en estos tiempos lo sostienen en los primeros planos de la consideración internacional.

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