Misión Catar 2022 28 de diciembre de 2021

El primer penal atajado en la historia de los mundiales tuvo como protagonista al español Ricardo Zamora, popularmente conocido como el Divino Zamora. En los octavos de final del Mundial de 1938, el legendario arquero catalán le detuvo un remate desde los 11 metros al brasileño Waldemar Brito, en un partido que los españoles ganaron 3-1.

En España decían, por entonces: “Sólo existen dos porteros: San Pedro en el cielo y Zamora en la tierra”. Otro lugar común para elogiarlo en los tiempos en que brillaba en el Barcelona era la frase: “Uno a cero y Zamora de portero”. El mítico guardavallas había patentado una jugada que llamaban “la zamorana”, que consistía en rechazar la pelota con violencia con el antebrazo. Eso que por estas tierras conocemos como atajada “de codito”.

El singular personaje, que lucía un pullover blanco con escote en Vé, jugó tanto en el Barcelona como en el Real Madrid y durante la Guerra Civil Española fue duramente cuestionado por nacionalistas y republicanos, que no le perdonaban algunas actitudes ambivalentes. Su legado deportivo continúa vigente hoy en España, donde cada año, desde 1959, se premia al mejor guardameta de La Liga con el Trofeo Zamora.

Durante las décadas de 1920 y 1930 este arquero, considerado uno de los mejores del mundo y figura asidua en los medios por su popularidad, protagonizó dos largometrajes: Por fin se casa Zamora (1926) y Campeones (1942). En Barcelona, una plaza del barrio de Sarriá lleva su nombre. Zamora, que había nacido el 21 de enero de 1901, murió el 8 de septiembre de 1978 y para coronar su catálogo de premios, tras su muerte le fue concedida la Medalla de Oro del Mérito Deportivo.

Debido a sus actuaciones, logros y trayectoria, fue incluido de manera póstuma por la FIFA en el salón de la fama del fútbol en el año 2012, siendo el segundo portero en ser reconocido tras Lev Yashin.

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