Juan José Panno 30 de septiembre de 2021

Entre los uruguayos campeones mundiales de 1930 había un futbolista que se destacaba por su juego, por su coraje y por el problema físico que padecía desde los 13 años: le faltaba medio brazo derecho. Se llamaba Héctor Castro, era más conocido como «El manco Castro» y los hinchas de Nacional que lo veneraban, lo llamaron «El divino manco».

Hijo de gallegos, de origen humilde, Castro debió ganarse el peso desde muy chico, y en uno de sus trabajos sufrió un accidente con una sierra mecánica que lo marcó de por vida. Su debut en Primera División se produjo en el Lito F.C., que tenía una curiosa historia. En algún momento hubo una división y quedaron dos Lito distintos: Lito redondo y Lito cuadrado, diferenciados por el formato de sus escudos. De Lito F.C. pasó a Nacional, y allí fue donde cobró notoriedad. En Nacional ganó tres campeonatos: 1924, 1933 y 1934. Y metió 147 goles en 242 partidos.

Jugaba de mediocampista ofensivo, generalmente por la derecha, y tenía la particularidad de que era muy agresivo y en los entreveros golpeaba a sus rivales, la mayoría de las veces con el muñón. 

El manco Castro fue el autor del primer gol uruguayo en la Copa del Mundo, en el partido en el que su Selección superó 1-0 a Perú. Y también anotó el último gol en la final contra Argentina que terminó 4-2.

El argentino Francisco Varallo, protagonista de esa final siempre lo responsabilizaba de haber lesionado, con un artero golpe, al arquero argentino Juan Botasso, en aquel partido.

Cuando se retiró del fútbol Castro dirigió durante varios años a Nacional. Y logró cinco títulos. Murió joven, de un infarto, a los 55 años, el 15 de septiembre de 1960.

Deja un comentario.

Tu dirección de correo electrónico no será visible. Los campos obligatorios están marcados con *