El Mundial de Suecia de 1958 tuvo como protagonista central a Pelé, que con sus 17 años fue fundamental para la consagración de Brasil. Pero en ese campeonato hubo otra estrella brillante: Just Fontaine, que dejó una marca insuperable: 13 goles en una sola Copa. Nacido 300 años después que Jean de la Fontaine, el de las fábulas, Just Fontaine escribió una fabulosa historia con las redes en Suecia.

Tres  goles en el partido de Francia contra Paraguay; dos contra Yugoslavia; uno contra Escocia; dos contra Irlanda del Norte; uno contra Brasil y cuatro en el partido por el tercer puesto contra Alemania Federal. Sensacional. Just Fontaine, francés por adopción, hijo de padre normando y madre española, nació en Marruecos, en la pintoresca Marrakech, el 18 de agosto de 1933. Tiene 88 años.

Su padre quería  que practicara básquetbol y estudiara medicina, pero al muchacho sólo le interesaba correr detrás de la pelotita de fútbol. Jugó en un par de clubes de Marruecos, y ya en Francia siguió su triunfal carrera primero en el Niza, y luego en el Stade Reims. Hizo 283 goles en 268 partidos de clubes. En siete años con la Selección anotó 30 goles en 21 partidos, pero lo curioso es que antes del Mundial del ’58 no estaba jugando bien, y su convocatoria para ese torneo estuvo en duda hasta último momento. Una lesión de su compañero Rene Bilard hizo que lo llamaran.

Para agigantar la leyenda, cuentan que antes del Mundial se le rompió el único par de botines que tenía y que su compañero Stephan Bruey, quien calzaba el mismo número, le prestó los suyos. El jugador que lucía la camiseta número 17 (la desgracia en la quiniela) se los devolvió 13 (la yeta en la quiniela) goles más tarde. Ni yeta ni desgracia. Fontaine, un futbolista veloz y oportunista, capaz de marcar desde cualquier posición, con ambas piernas y de cabeza, se vio obligado a jubilarse anticipadamente (le faltaba un mes para cumplir 29 años), debido a una fractura de tibia y peroné y una posterior rotura del talón de Aquiles.