Juan José Panno 11 de julio de 2021

Una palabra, a veces, vale más que mil imágenes. Messi es la palabra. O fútbol es también esa palabra. Pero hay imágenes que nos dejó la noche del Maracaná que quedarán registradas para siempre, como esa de Neymar y Messi sentados en el cordón de la vereda al final del desafío de barrio por el sanguche y la Coca. Porque esa es la sensación que dejó. Eso es fútbol callejero en estado puro. Y emociona a todos aquellos que defendemos, por sobre todas las cosas, la esencia del juego, como lo hacemos en este blog. También da para un tratado de sociología si nos preguntamos qué se estaría diciendo de esa imagen si el resultado hubiera sido al revés. ¿Acaso en Brasil son mejores? ¿Son más defensores del juego? Puede ser, aunque no debe olvidarse cómo por allá mataron en vida a Barbosa, el arquero del Mundial del 50 al que responsabilizaron de la derrota. El tema de esa charla pos partido tiene muchas aristas. Una de ellas: el periodista Ariel Greco recuerda que en los comienzos de Neymar en Barcelona las cosas no le salían, un día se puso a llorar en el entretiempo y Messi, abrazándolo, le dijo “tenés que ser vos mismo, ya va a salir”. Fue el comienzo de una noble amistad. Crucificado por no haber levantado ninguna copa (nadie le cuenta la medalla de oro olímpica ni el título en el mundial juvenil) a Messi no se le hubiera perdonado ningún gesto amistoso. Tal vez a partir de ahora, roto el hechizo, sea diferente.   

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