
Lorenzo de Medici, llamado El Magnífico por sus contemporáneos, fue un estadista italiano y gobernante de facto de la República de Florencia, mecenas de las artes, diplomático, banquero, poeta y filósofo renacentista. Pero si hoy en Italia se menciona a Lorenzo el Magnifico se descontará que se habla de Lorenzo Insigne, el bajito número 10 y capitán de la Selección de Italia, una de las figuras de la reciente Eurocopa. Criado en Frattamaggiore, un suburbio pobre de Nápoles, dice que “Maradona es Dios”, y pide perdón por un pecado de infancia: cuando era niño tenía como ídolo a Ronaldo Nazario de Lima, y volvió loco a su padre para que le comprara unos botines como los que usaba el crack brasileño. Para redimirse tiene tatuado en el muslo izquierdo, una imagen de Diego gritando un gol.
Insigne nació el 4 de junio de 1991, justo el año en el que Maradona se fue del sur de Italia ya convertido en ídolo eterno.
Después de mucho penar en las pruebas de varios clubes, incluidos el Napoli y el Torino («jugás bien pero sos muy petiso», le decían) a Insigne lo admitieron en el Napoli, en una segunda prueba, y creció en las inferiores hasta debutar en primera en el 2010. Fue en un partido contra el Livorno, sustituyendo al argentino Germán Denis. Luego el petiso (1,63 mts.) fue enviado en temporadas consecutivas al Cavese, al Foggia y al Pescara, antes de regresar a Napoli en 2012. Ese mismo año se casó con una joven napolitana con la que tuvo dos hijos, Carmine y Christian.
Juega en todo el frente de ataque, pero generalmente arranca por la izquierda. Lo hicieron famoso su habilidad, su gambeta endiablada, su creatividad, y su precisión para pegarle a la pelota en los tiros libres.
Fue subcampeón de Europa con la Sub 21, debutó en la Selección mayor en septiembre de 2012, y representó a Italia en la Copa Mundial del 2014. También debió estar en el 2018, pero ya se sabe que Italia no se clasificó. Lleva 45 partidos en la Selección Italiana y diez goles, algunos muy bonitos como el que le hizo a Bélgica, un derechazo que se colgó de un ángulo.
El macedonio Pandev dice que Insigne es el Messi italiano, y él se había mostrado muy entusiasmado con jugar al lado del rosarino, cuando hace un par de años se habló de su posible pase al Barcelona.
Cuando murió Maradona declaró Insigne. “No me avergüenza decir que el día que lo conocí me temblaban las piernas. Diego fue un napolitano más. El mejor de todos los tiempos, el verdadero Dios del fútbol”.